¿Cómo vestirse para finalizar una relación amorosa?

.- ¿Cómo vestirse para finalizar una relación amorosa? es un dilema al que son sometidas la gran mayoría de las mujeres.
Ciertamente, decir adiós a una persona que ha compartido por años contigo no es nada fácil, por ello, hay mujeres que piensan que sus exparejas deben tener un buen recuerdo, así sea por su manera de vestir.
Pero ciertamente, hay otras que prefieren espantar de cualquier manera a ese hombre, incluso a través de la moda.
"Si algo tiene en común el amor y la pasión por la moda es que en ambos casos el corazón está en guerra", es una frase reseñada en El Universal de México.
A continuación parte de los tips tomados por El Universal de México Si algo tiene en común el amor y la pasión por la moda es que en ambos casos el corazón está en guerra. Y en materia de besos y trapos, yo no puedo ser neutral; de hecho, soy como una de esas naciones beligerantes que se lanzan a la batalla con más convicción que estrategia, y a veces con palos y piedras como única defensa ante las armas químicas de destrucción masiva que posee el enemigo.
Obviamente, casi siempre salgo perdiendo, por eso pongo especial esmero en el "uniforme" que porto. Mi filosofía es simple: ya que mis armas no son del todo eficaces, confiables o sanguinarias (con excepción de mi lengua de áspid), procuro que al menos mi apariencia sí lo sea. El truco funciona, ya que guardando las proporciones , es la misma estratagema que solían emplear los antiguos guerreros, quienes se colgaban hasta la mano del molcajete con tal de atemorizar -así nomás, de entrada- a sus contrincantes.
Hace unos días me llegó la hora de acicalarme para decirle adiós, goodbye, arrivederci, adieu, hasta nunca, fuera de mi vida, largo de aquí y no vuelvas nunca más, a un personaje que se ha ganado a pulso el infierno que seguramente le espera. Para ser honesto, no fue fácil enviarlo derechito al diablo, sobre todo porque disto mucho de ser un frío trozo de metal al momento de las despedidas, y mi vena melodramática suele ablandarme un poco.
Cerrar un capítulo de amor, por breve que haya sido, nunca es fácil Por lo tanto, necesitaba construir una imagen lo suficientemente audaz para que fungiera como armadura y, a la vez, dejara en claro que si alguien se la estaba pasando mal no era yo.
Apliqué, entonces, el mismo método indumentario que usé el día de mi renuncia: me vestí de fiesta. Siempre he considerado que al acudir a una cita, sea cual sea la naturaleza de ésta, es de buena suerte estrenar algo, así que me sumergí en unos jeans nuevos, ultra skinny y metalizados en oro viejo, a juego con mi fiel chamarra de cuero negro, heroína de mil batallas amorosas. Una camiseta Custo Barcelona vintage y mis zapatos de charol negro con plataforma tipo Herman Munster completaban el cuadro.
En cuanto a los accesorios, como es mi costumbre, no me limité, al igual que con la fragancia: una nube de Fame by Lady Gaga anunciaba mi llegada con una cuadra de antelación.
Y pese a toda la parafernalia que me cubría de la cabeza a los pies, mi corazón latía a 200 K/H. Era la única parte de mi ser que permanecía desnuda, vulnerable y expuesta. Cerrar un capítulo de amor, por breve que haya sido, nunca es fácil: invariablemente exige temple y valor, mucho valor, el mismo que necesitamos para vestir aquellas prendas que desafían los convencionalismos y, a cambio, le juran lealtad a nuestras convicciones. Quizá por eso la moda, como el amor, apunta siempre al corazón: es legal y es certero.
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